lunes, 13 de diciembre de 2010
lunes, 6 de diciembre de 2010
La Solidaridad con Anabel Javier Jaramillo Frikas
Gandules y sentiditos Javier Jaramillo Frikas
FURIBUNDA REACCIÓN DEL duopolio Televisa—Gobierno en contra de la publicación que vino a marcar el antes y el después del periodismo mexicano: la revista semanal Proceso, y lo que de ahí han surgido como sus agencias. Duros para los gobiernos, partidos, funcionarios y políticos que jamás van a tener una expresión en su favor. Antes de las administraciones emanadas del Partido Acción Nacional, lo “más grave” que tenemos registro fue la cancelación de publicidad de la presidencia de la república por estrategia de su jefe de prensa, el controvertido, eficaz y cábula don Pancho Galindo, al que a través de su presidente José López Portillo el maestrazo Rogelio Naranjo ilustró con la figura del apuesto Jolopo, hecho una furia, gritando “¡No pago para que me peguen!”. A este cartón lo antecedió otro: un gran ramo de flores que recibe López Portillo con la leyenda: “Al cliente lo que pida”.
Si bien poco aceptados por las instancias del poder, Proceso se convirtió en una necesidad de amplios sectores mexicanos de encontrarse con “la otra prensa” a partir de su aparición en 1976, poco después que el gobierno de Luis Echeverría Álvarez los echara con todo el peso delictivo del poder presidencial del diario “Excélsior”. El que escribe y varios miembros de su familia somos lectores desde el número uno, ése donde aparece entre los reporteros fundadores nuestro querido amigo Carlos Reynaldos Estrada y en interiores viene una nota firmada por él (A propósito, mañana estaremos sus amigos atentos a la intervención quirúrgica que le hacen en el Hospital Uno del IMSS en Plan de Ayala, seguros que lo vamos a disfrutar un buen rato con su comentario ácido y “la nube” que muchos le ven sobre su cabeza pero es una aureola de casi santo para los que en verdad saben observarlo).
Bueno, a Proceso le han tratado de descalificar tanto tiempo durante 34 años que una más no es extraña. En los últimos años se le fue encima la ridícula e influyente señora Marta Sahagún, ahora lo hacen señalando a Ricardo Ravelo como un reportero pagado por un capo del narcotráfico, Sergio Villarreal Barragán, según lo declaró en una controvertida averiguación que la PGR a través de la SIEDO le hace en su nueva calidad como “testigo protegido”. Los que sabemos de la trayectoria de Ravelo le damos vuelta a la hoja; sin embargo, notamos el vasallaje de los que fueron instruidos para írseles encima. Sí, hay de periodistas a periodistas, y esta vez se evidenció que la rabia televisiva, con todo su ofensivo poder simplemente, le peló los dientes a Proceso y los que ahí hacen su quehacer.
No imaginamos este país, hoy más sometido por la violencia y la necedad de sus gobiernos, sin esta publicación. Ha sido el equilibrio y modula la conducta de muchos otros medios. Ni éste, ni otros gobiernos que vengan les van a hacer mella. Hay una sola razón: les sobra calidad en muchas ramas. Hace muchos años conocemos a su director Rafael Rodríguez Castañeda –en 1983 nos acompañó en la UAEM con la Vanguardia de Periodistas y justo 10 años después nos invitó a presentar con él su libro “¡Prensa Vendida!” en el Jardín Borda. Le enviamos un abrazo a todos los que componen esta necesaria empresa que fundó el periodista mexicano responsable del parteaguas de la prensa en México: don Julio Scherer García.
Ni modo, ahí está…
NO FALTAN LOS que con todo derecho dicen que esta columna, dónde esté, se ocupa seguido de Manuel Martínez Garrigós. Son varios los que la crítica la hacen con ferocidad, cosa que también respetamos, pero lo que es, simplemente es. El presidente municipal de Cuernavaca es de los que antes –y hoy, cómo no— se les denominaba “políticos nacionales” porque se movían en el círculo dorado de presidentes del país, dirigentes de este partido o coordinadores parlamentarios.
Hoy el PRI no tiene la presidencia pero sí el poder mayor a nivel partidos, con gubernaturas y ciudades importantes gobernados por él. En Morelos, por ejemplo, además del Ayuntamiento de Cuernavaca tienen 15 de los 18 distritos locales que componen el mapa legislativo. MMG estuvo hace unos días en la toma de posesión de los gobernadores de Veracruz, Javier Duarte y de Aguascalientes (este último recuperó el poder estatal luego de dos sexenios) y hoy tiene que estar en la Comisión Permanente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI en su calidad de representante en el país de los alcaldes priistas.
Sobra decir que es el único priista de Morelos en esa posición, lo que ratifica que está jugando, y digan lo que digan o se haga lo que quisieran sus adversarios, es el puntero del tricolor para la sucesión cada vez más próxima.
¿Victimarios o Víctimas? Javier Jaramillo Frikas
ES EL TEMA hace varias semanas y se creció con su captura. Lo del llamado “Niño sicario” enseña no sólo la cruda realidad del país en lo que refiere a la batalla entre delincuentes por plazas, sino que la parte sucia, la fuerte, se hace con gente normalmente inconsciente, manuable, a modo pues, como es el apodado “Ponchis” y sus hermanas.
Ellos junto con su presunto jefe “El Negro” Radilla son la parte más frágil de lo que son auténticos corporativos. Éstos y gente parecida a ellos tiñen las calles de sangre, aterrorizan colonias, se convierten en referentes obligados en sus áreas de acción, todos los conocen, pero hasta ese bajo nivel llega la justicia.
De pronto la aprehensión de un jefe mediano o la entrega y muerte de un alto capo como sucedió hace casi un año con el señor Arturo Beltrán. Si fuera en realidad tareas exhaustivas de inteligencia, todos los capos del país estarían detenidos. Imagínense: todos los exhibidos se conocen sus generales y por donde se mueven. Hay familiares de ellos, víctimas seguramente del parentesco, pero sin duda un vínculo que cuando la fuerza del gobierno, el poder completo, hace algo va encima de cualquier derecho fundamental.
Dicho en concreto: la guerra contra el narcotráfico ha tenido un uso político de malos resultados para sus creadores y oxigenadores –le echarán aire hasta el último día de su gestión con el nulo resultado de los primeros 4 años--.
¿Se ha ganado alguna guerra? Ninguna. ¿Qué se ha perdido? A niños como este Ponchis, hoy internacionalmente conocido, que ha hecho posible que en el mundo entero se conozca que existen colonias como Civac y Tejalpa que pertenecen a Jiutepec y que aquí se libran guerras entre civiles niños con soldados fuertemente armados.
Triste pero cierto: ésa es la percepción en cada parte del planeta en que se enteraron del Ponchis. Las autoridades, sobre todo las educativas, las de desarrollo social (¿Nos gustaría saber, y ojalá nos conteste el desconocido titular de ésta en Morelos, a nivel gobierno estatal, qué hacen, en qué utilizan su presupuesto, cuál es su función, bueno siquiera cómo se llama?), los sistemas municipales, estatal y federal del DIF. La tarea no es solamente policiaca, entra en terrenos del contacto directo en comunidades eternamente descuidadas, alejadas de los beneficios gubernamentales. Ahí, en gestación hay muchos “Ponchis”, a los que bien vale la pena examinar a fondo hasta dónde son victimarios o víctimas del sistema en que vivimos los mexicanos.
Aquí poco importa hincharse los labios al pronunciar el número de cárteles afectados, nombres de “grandes capos” capturados o asesinados en la guerra. No, el fondo—fondo es que no crezca el número de menores incorporados a lo que es la mayor agencia de empleo que tiene este país sin mayores requisitos: la delincuencia organizada. Sueñan con crecer como los que han muerto, huyen o han sido capturados y no llegan siquiera a vivir a plenitud su juventud. Son productos de desecho, un modelo reciclable, un problema social tan real como la inclemente violencia desatada tras la fallida guerra oficial contra el narcotráfico.
domingo, 5 de diciembre de 2010
Pedro Martínez Serrano, comenta de la intención del Gobierno Federal, de terminar con la revista proceso.
Para mostrar la mezquindad y la bajeza con que fue tratado en lo personal y en lo profesional, como reportero de la revista Proceso, Ricardo Ravelo (amigo personal, a quien conozco desde hace muchos años y con quien reporteamos juntos varios asuntos en Tijuana, Baja California), desmiente con el siguiente trabajo, publicado en la edición 1779, correspondiente al 5 de diciembre de 2010, la embestida en su contra de parte de periodistas al servicio del corporativo Televisa y del presidente Felipe Calderón.
Y, como lo menciona al principio de su entrega, las declaraciones del testigo a modo de la PGR, festinadas por los empleados de Televisa: las mentiras del colaborador manipulado por el gobierno calderonista se desbaratan con el más objetivo de los recursos: el dato verificable.
Mentiras grandes... pero frágiles
Ricardo Ravelo
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Los lectores, nuestra fuerza
De la Redacción
En estos días, como desde hace 34 años, Proceso ejerce su vocación y compromiso: el periodismo político. No es lo nuestro ni la criminología ni la criminalística. Menos aún, la aplicación de la justicia.
De la Redacción
MEXICO, DF.- Por convicción, por desmesura o por desatino, desde el primer día de su gobierno Felipe Calderón hizo pasar al narcotráfico del terreno penal al político. En pos de legitimación, le declaró la guerra a los cárteles y, sin consenso, la convirtió en política de Estado. En automático, el narcotráfico y la guerra de Calderón se volvieron tema natural y recurrente de Proceso.
Este semanario ha cubierto la guerra de Calderón sin reticencias --guerra en la que se ha vertido más sangre que tinta en reseñarla, podría decirse, evocando a Joseph Roth--, incluso con riesgo de la integridad física de sus reporteros, enviados, corresponsales y fotógrafos. Y lo ha hecho utilizando las herramientas propias del periodismo de investigación del mundo de hoy. En ese seguimiento, las investigaciones de Proceso han dado cuenta de las fallas, errores, abusos y fracasos de la estrategia contra el narcotráfico, contrariando el discurso presidencial. Aún más: los reportajes de la revista han tocado el presunto tabú de la relación entre los capos del narcotráfico y la política y han llegado hasta el máximo nivel, la casa presidencial. Calderón lo ha intentado, pero no ha podido hacer prevalecer la mentira sobre la verdad.
El poder público requiere consustancialmente de lo que los politólogos llaman medios disponibles. Ambos, poder y medios adláteres, tienen sus propios intereses pero comparten por lo menos uno: la conservación de sus privilegios. Televisa es un medio disponible para el actual gobierno. No es el único; sí es el más poderoso y servicial.
En cambio, un medio de comunicación independiente acaba convirtiéndose, para un gobierno autoritario, en un enemigo real o imaginado. Así lo es Proceso para el gobierno que encabeza Calderón. Por ello emprendió un embate desproporcionado contra nuestro semanario --el día mismo de su cuarto cumpleaños como presidente-- a través de su medio disponible preferido y de su conductor estrella, Joaquín López Dóriga. Aún ignoramos si es venganza, revancha o amenazadora advertencia.
Olvidan quienes participan en la agresión, gratuitamente o no, que los lectores de los medios impresos independientes no son factores pasivos, sino activos, que con su juicio ponen en evidencia la calidad o la falta de calidad de sus contenidos. Este es uno de los principios que rigen la comunicación en las sociedades modernas. La fuerza imbatible de Proceso está precisamente en ellos, los lectores.
Hoy es Calderón. Mañana, quizás, Enrique Peña Nieto. Los medios disponibles al poder público, Televisa por delante, siempre estarán puestos para decir: a sus órdenes, señor. (PROCESO)
REVIRA RICARDO RAVELO A TELEVISA
Mentiras grandes... pero frágiles
Ricardo Ravelo
La dolosa filtración de declaraciones ministeriales del testigo protegido Sergio Villarreal Barragán, alias El Grande, según las cuales el presunto narcotraficante pagó al reportero de Proceso Ricardo Ravelo 50 mil dólares por no mencionarlo en sus trabajos periodísticos, sirvió a Televisa y sus empleados para organizar un festín mediático al gusto del poder presidencial. Tan grandes como frágiles, las mentiras del colaborador manipulado por el gobierno calderonista se desbaratan con el más objetivo de los recursos: el dato verificable. Por ejemplo, Proceso nunca dejó de hablar del presunto capo desde que su figura se hizo notoria, a partir de 2007; así lo demuestran 27 reportajes y cuatro ediciones especiales publicados entre ese año y 2010.
Testigo estelar de la Procuraduría General de la República (PGR) y ahora “estrella de Televisa”, Sergio Villarreal Barragán, El Grande, ha sido para Proceso un personaje central de la historia reciente del narcotráfico mexicano, según consta en 27 reportajes publicados en el semanario y en diversos materiales incluidos en cuatro ediciones especiales, entre 2007 y 2010.
En un video y en una declaración ministerial que le fueron filtrados a Televisa –el miércoles 1 el consorcio ubicó como fecha del testimonio el “4 de noviembre” y después, el jueves 2, “corrigió” la fecha a “24 de noviembre”–, Villarreal Barragán afirma que entre 2003 y 2006 le pagó a este reportero 50 mil dólares por dejarlo de mencionar en los reportajes publicados en la revista.
A partir de ahí, según declaró Villarreal Barragán, este semanario dejó de publicar textos relacionados con él: “Podían mencionar a Arturo (Beltrán), a La Barbie, y así llenaban las páginas, y a mí no… cuando llegaba a salir, salía con una mínima mención”. Según esa declaración, la revista Proceso no se volvió a ocupar de El Grande hasta que fue detenido, en septiembre de este año.
El testimonio de Sergio Villarreal Barragán, El Grande, es falso. El primer reportaje que publicó este semanario sobre sus andanzas en el mundo del narcotráfico apareció en la edición 1583, del 4 de marzo de 2007, con la firma de Patricia Dávila. Ese año, según El Grande, ya había pagado a este reportero para que no se publicara nada en su contra.
En ese número de la revista se aborda la aparición de Villarreal Barragán como capo importante en la Comarca Lagunera. En uno de sus párrafos el texto dice: “La presencia del crimen organizado avanzó primero a la sombra de capos como Amado Carrillo, El Señor de los Cielos; Arturo González Hernández, El Chaky (lugarteniente de Ismael El Mayo Zambada), y ahora de Sergio Villarreal Barragán, El Grande.
“La influencia de este último se evidenció el 19 de febrero, cuando la Procuraduría General de la República dio a conocer el arraigo de Hugo Armando Reséndiz Martínez, subdelegado de la Procuraduría de Justicia de Durango, por su presunta relación con los homicidios de dos pilotos, un agente de la AFI, un empresario de Nuevo León y del dirigente perredista Jaime Meraz Martínez con su esposa, su hijo y su chofer.”
El siguiente reportaje en el que se incluyó a Villarreal Barragán se publicó en la edición 1594, del 20 de mayo de 2007, y está firmado por el reportero Arturo Rodríguez García.
Fechado en Torreón, Coahuila, el texto se refiere al caso del subprocurador Reséndiz Martínez, y en él se afirma: “El pasado jueves 17 (de mayo de 2007), a través de un comunicado, la dependencia informó que ejercerá acción penal contra el exfuncionario por delincuencia organizada y delitos contra la salud, ya que Reséndiz le daba información a Sergio Villarreal Barragán, El Grande, y a Arturo González, El Chaky”. Con base en información de la PGR, en dicho texto también se afirma que Villarreal Barragán es identificado como mando operativo del cártel de Juárez en La Laguna.
En otra edición de este semanario, la 1595, fechada el 27 de mayo de 2007, con el título Un video acusador, Armando Ruiz Arévalo, jefe antisecuestros en La Laguna, en un video grabado en el escondite donde un grupo delictivo lo mantenía secuestrado, sostiene que en abril de 2003 Sergio Villarreal Barragán se hizo cargo de la plaza en la Comarca Lagunera.
El 9 de septiembre de 2007, en un texto firmado por este reportero que se publicó en la edición 1610 de Proceso, en el que se aborda la ola de violencia –secuestros, desapariciones y homicidios– que azota a la Comarca Lagunera, se habla del descuartizamiento de un personaje conocido como Sabino Burciaga:
“Los pedazos del cuerpo de Sabino Burciaga tenían un mensaje amenazante dirigido a Sergio Villarreal Barragán, El Grande, a quien se identifica con el cártel de Sinaloa y está en disputa con Los Zetas por La Laguna”.
El tema del narcotráfico en La Laguna –antiguo feudo de Villarreal Barragán– se continuó abordando en este semanario sin cortapisas. En otro texto, éste de Patricia Dávila y publicado en la edición 1614, del 7 de octubre de 2007, se da cuenta de la protección que tenía Sergio Villarreal Barragán por parte de la entonces alcaldesa de Lerdo, Durango, Rosario Castro Lozano.
Dice el texto: “Fuentes del gobierno de Durango consultadas por la reportera sostienen que la exalcaldesa panista de Lerdo, Rosario Castro Lozano, es ‘protectora’ de El Grande, sucesor de El Chaky. Es más: añaden que a principios de este año impidió un operativo militar para detener a El Grande, quien posee tres ranchos en este municipio”.
El retrato criminal de Villarreal Barragán como amo y señor del narcotráfico en La Laguna fue publicado con la firma de este reportero en la misma edición de Proceso con el título Poderoso y protegido:
“Arropado por empresarios y políticos panistas, Sergio Villarreal Barragán, El Grande, se convirtió en el narcotraficante más poderoso de la Comarca Lagunera al servicio del cártel de Sinaloa: ni la Procuraduría General de la República ni el Ejército Mexicano han podido detener al capo, quien se jacta de tener compradas a todas las autoridades locales y federales.”
Centrado en la figura de Villarreal Barragán, el reportaje aborda toda la historia del presunto capo y, con base en el expediente 4/2007-III de la SIEDO, se afirma que la lista de gatilleros y operadores de la organización encabezada por Villarreal está integrada por personajes como José Luis Rodríguez, El Tenientillo, responsable del cobro y entrega de mercancía (cocaína), así como del pago de la protección de las autoridades federales, estatales y municipales.
Se menciona también que el brazo derecho de Rodríguez es David Rodríguez, El Teniente; que Claro Burciaga es el jefe de sicarios; Adolfo Villarreal Barragán, hermano de El Grande, es el brazo auxiliar de Sergio, y que Jorge Zamora, El Pollo, es el jefe de los halcones.
El reportaje añade: “José Luis Perea, El Pirrus, se encarga de acondicionar y tener disponibles las casas de seguridad del grupo criminal. José Guillén tiene la encomienda de mantener las cuotas y de corromper a los agentes ministeriales y de pagar sumas mensuales a comandantes y subprocuradores de La Laguna”.
El texto concluye así: “El poder criminal y económico de Villarreal Barragán es escudriñado por la PGR desde principios de este año. Pero una versión extraoficial indica que El Grande frenó las investigaciones en su contra mediante pagos millonarios. La semana pasada, sorpresivamente fue separado de la fiscalía que investiga a Villarreal el agente del Ministerio Público Ignacio Muñiz, quien colaboraba con el fiscal Raúl Hernández Trujillo. Hasta el momento se desconocen las razones por las que fue separado de la investigación e inclusive fuentes consultadas en la PGR aseguran que fue echado de la institución”.
Desplazado
Aunque era un capo en ascenso, Villarreal Barragán no siempre fue noticia ni personaje trascendente, pues otros acontecimientos –desapariciones, balaceras, temas de narcopolítica– cobraron más importancia. Sin embargo, no dejó de ser mencionado en las ediciones siguientes de este semanario, como la 1668, del 17 de octubre de 2008:
“(…) También está recluido el exsubprocurador de Justicia de Durango Hugo Armando Reséndiz Martínez, acusado de delitos contra la salud y delincuencia organizada. De acuerdo con la PGR, el exfuncionario está relacionado con varias ejecuciones, así como con filtrar datos confidenciales de dos operadores del cártel de Juárez: Sergio Villarreal Barragán, El Grande, y Arturo González Hernández, El Chaky”.
Villarreal Barragán volvió a ser mencionado cuando Proceso, en su edición 1679 (4 de enero de 2009) se ocupó de investigar la ligazón de intereses entre funcionarios de la SIEDO y el narcotráfico, lo que derivó en una investigación que la misma PGR denominó Operación Limpieza.
Firmado por este reportero y con el título Instrumentos sucios de la Operación Limpieza, en el texto se ahonda en el tema de la corrupción en la SIEDO al haber sido infiltrada por la organización encabezada por los hermanos Beltrán Leyva, a la que El Grande pertenecía. Con base en información oficial se afirma que los Beltrán pagaban medio millón de dólares a funcionarios de la PGR a cambio de protección e información.
En dicha historia se menciona a Sergio Villarreal Barragán, de quien se dice que recibía protección de Javier Jiménez Sánchez. Respecto de Villarreal se añaden estos datos: “Fue agente ministerial y estuvo adscrito al área de robo de vehículos en Coahuila, pero se pasó al cártel del Golfo y actualmente es un operador de los Beltrán Leyva en La Laguna y en el estado de Morelos, uno de sus principales refugios”.
El tema de la Operación Limpieza se tocó en varias ediciones de Proceso por tratarse de un asunto de interés público en el que salieron a relucir datos y evidencias de la colusión de funcionarios públicos con el narcotráfico.
Por ello, en el número 1683, del 1 de febrero de 2009, se menciona a Villarreal Barragán como una pieza clave del cártel de los hermanos Beltrán Leyva para corromper a funcionarios de la SIEDO. En el mismo reportaje se hace referencia al papel que jugó el capitán Fernando Rivera, quien fue jefe del Área de Inteligencia de la SIEDO, acusado de servir a la organización de los Beltrán Leyva.
Rivera se hizo testigo protegido. En el texto se incluye a Sergio Villarreal Barragán en estos términos: “El testigo está acusado de delitos relacionados con la delincuencia organizada, dentro de las investigaciones que derivaron en la Operación Limpieza. Concretamente se le acusa de formar parte del grupo de funcionarios de la SIEDO que servía al cártel de Sinaloa y a capos como Sergio Villarreal Barragán, afincado en la Comarca Lagunera”.
Con el título Capos, los verdaderos jefes de la SIEDO, en la edición 1681, del 18 de enero de 2009, este reportero se volvió a ocupar de la Operación Limpieza y de Villarreal Barragán con base en los datos de la averiguación previa PGR/SIEDO/UEIDCS/0241/2008.
El reportaje señala en uno de sus párrafos centrales: “Asimismo, el capo Sergio Villarreal Barragán, El Grande, operador de los Beltrán en la Comarca Lagunera, Nuevo León y Morelos, aparece como protagonista de una historia truculenta: pretendió controlar a los policías adscritos a la SIEDO para que le brindaran protección y así traficar drogas sin ser molestado.
“El testigo Saúl –cuyo nombre real es Milton Cilia Pérez, quien fungió como comandante en la SIEDO, detalló el 4 de agosto de 2008 la manera en que se entablaron las negociaciones con Sergio Villarreal Barragán, El Grande, un narcotraficante ligado a los Beltrán Leyva que sigue impune. El Grande pretendía controlar las dos policías adscritas a la SIEDO.”
En otro texto firmado por este reportero, Se buscan soplones (Proceso 1692, del 5 de abril de 2009) Sergio Villarreal Barragán volvió a ser referido ante los fallidos intentos de la PGR por detenerlo.
En el texto se mencionan los vicios y fallas del programa de testigos protegidos de la PGR: “Testigos protegidos consultados por este reportero y que pidieron el anonimato por temor a represalias de la PGR aseguran que se encuentran frustrados y desesperados debido a que desde hace varios años están siendo utilizados por la SIEDO para denunciar a capos importantes a los que sirvieron y que, sin embargo, no son detenidos.
“Uno de los casos más sorprendentes, aseguran, es que la PGR dispone de un voluminoso expediente sobre el capo Sergio Villarreal Barragán, alias El Grande, quien opera para los hermanos Beltrán Leyva y no lo pueden detener a pesar de que los testigos que lo incriminan han dado pelos y señales de los lugares que frecuenta en la Comarca Lagunera, como los bares El Grande (presuntamente de su propiedad) y La Masacuata, ubicado en Gómez Palacio, Durango.”
En ese reportaje se menciona la destitución del agente del Ministerio Público Ignacio Muñiz, quien tenía a su cargo la investigación sobre Villarreal Barragán. Muñiz fue reemplazado por Moisés Jiménez Hipólito, de quien se afirmó: “También perdió el control de la investigación, pues varios de sus subalternos han extorsionado a empresarios del ramo automotriz, de venta y renta de casas que presuntamente están relacionados con el narcotraficante Sergio Villarreal Barragán”.
Abundantes menciones
En las ediciones 1699 (24 de mayo de 2009), 1717 (27 de septiembre de 2009), 1729 (20 de diciembre de 2009) y 1730 (27 de diciembre de 2009) este reportero le siguió los pasos a Villarreal Barragán, a quien siempre se le mencionó como principal operador de la célula de los hermanos Beltrán Leyva.
Después de la caída de Arturo Beltrán Leyva en diciembre de 2009 durante un operativo de la Marina, el reportero abordó otros episodios de la historia de Villarreal Barragán en un reportaje titulado Tras la vacante criminal, que se publicó en la edición 1730.
En dicho texto se habla de los personajes que se disputarían la posición del llamado Jefe de Jefes:
“Luego del tiroteo que segó su vida (la de Arturo Beltrán), los nombres de Édgar Valdez Villarreal; Sergio Villarreal Barragán, El Grande, y Héctor Beltrán, El H, se disputan el control de buena parte del Pacífico mexicano, así como la plaza de Morelos, donde se afincó la organización de los hermanos Beltrán Leyva con la protección policiaca y presuntamente de algunos miembros del Ejército.”
En las ediciones 1747 (25 de abril de 2010), 1754 (13 de junio de 2010), 1757 (4 de julio de 2010), 1759 (18 de julio de 2010), 1760 (25 de julio de 2010), 1766 (5 de septiembre de 2010) y 1772 (17 de octubre de 2010) de este semanario, Sergio Villarreal Barragán es mencionado en diversos temas del narco, así como de crímenes y escándalos de corrupción oficial.
Incluso en el número 1754, bajo el título de Narcoamigos en el Senado, la reportera Jesusa Cervantes cuenta la historia del presunto encuentro del entonces presidente electo, Felipe Calderón, con Sergio Villarreal Barragán y el senador Guillermo Anaya Llamas, durante el bautizo de la hija de éste.
En uno de los párrafos de ese texto, la reportera señala: “Entre los invitados, a un lado de la mesa de Calderón, estuvo Sergio Villarreal Barragán, El Grande, uno de los capos más buscados por el gobierno mexicano y recientemente por el estadunidense”.
Villarreal Barragán volvió a ser figura central de un reportaje de Proceso el pasado 21 de noviembre, cuando este reportero tuvo acceso a las declaraciones ministeriales del presunto capo, contenidas en la averiguación previa PGR/SIEDO/UETMIO/0992010/2010.
En dicho testimonio, El Grande habla de su presunto encuentro con Calderón, con quien lo presentó el senador Guillermo Anaya. Ante el presidente, Villarreal le dijo que estaba a sus órdenes para lo que se le ofreciera, a lo que Calderón contestó, según el capo, “igualmente”.
Con base en el testimonio de El Grande, en dicho reportaje se detallan varias historias de muertes y corrupción institucional, pues el presunto capo afirma que él mismo se encargó de la logística para asesinar al agente federal Édgar Millán Gómez y planeó, por órdenes de su jefe Arturo Beltrán, la ejecución de dos funcionarios de la Secretaría de Seguridad Pública, Luis Cárdenas Palomino y Armando Espinoza de Benito. Al primero porque le pagaron una suma y no se reportó con el cártel, y al segundo porque Arturo Beltrán estaba enojado debido a que recibía dinero de Joaquín El Chapo Guzmán.
En esa misma edición, el reportero Arturo Rodríguez cuenta la historia de la demanda que interpuso en su contra el senador Guillermo Anaya después de la información que publicó en la que se habla de la asistencia de El Grande al bautizo de la hija del legislador panista.
El más reciente reportaje bajo la firma de este reportero se publicó el 28 de noviembre último y se titula Testigos protegidos… creerles a conveniencia.
En el texto se cuentan varias historias de testigos protegidos que se quejan de que en la SIEDO son forzados a enderezar acusaciones contra personas que no conocen, y también señalan que les mutilan las declaraciones cuando señalan a funcionarios del gabinete federal.
Con estos elementos se echa por tierra el testimonio acusador de Villarreal Barragán en el sentido de que pagó a este reportero para no aparecer en reportajes de Proceso. Su historia y sus andanzas, así como sus nexos con políticos del régimen, han sido mencionados en todos los textos referidos.