ES EL TEMA hace varias semanas y se creció con su captura. Lo del llamado “Niño sicario” enseña no sólo la cruda realidad del país en lo que refiere a la batalla entre delincuentes por plazas, sino que la parte sucia, la fuerte, se hace con gente normalmente inconsciente, manuable, a modo pues, como es el apodado “Ponchis” y sus hermanas.
Ellos junto con su presunto jefe “El Negro” Radilla son la parte más frágil de lo que son auténticos corporativos. Éstos y gente parecida a ellos tiñen las calles de sangre, aterrorizan colonias, se convierten en referentes obligados en sus áreas de acción, todos los conocen, pero hasta ese bajo nivel llega la justicia.
De pronto la aprehensión de un jefe mediano o la entrega y muerte de un alto capo como sucedió hace casi un año con el señor Arturo Beltrán. Si fuera en realidad tareas exhaustivas de inteligencia, todos los capos del país estarían detenidos. Imagínense: todos los exhibidos se conocen sus generales y por donde se mueven. Hay familiares de ellos, víctimas seguramente del parentesco, pero sin duda un vínculo que cuando la fuerza del gobierno, el poder completo, hace algo va encima de cualquier derecho fundamental.
Dicho en concreto: la guerra contra el narcotráfico ha tenido un uso político de malos resultados para sus creadores y oxigenadores –le echarán aire hasta el último día de su gestión con el nulo resultado de los primeros 4 años--.
¿Se ha ganado alguna guerra? Ninguna. ¿Qué se ha perdido? A niños como este Ponchis, hoy internacionalmente conocido, que ha hecho posible que en el mundo entero se conozca que existen colonias como Civac y Tejalpa que pertenecen a Jiutepec y que aquí se libran guerras entre civiles niños con soldados fuertemente armados.
Triste pero cierto: ésa es la percepción en cada parte del planeta en que se enteraron del Ponchis. Las autoridades, sobre todo las educativas, las de desarrollo social (¿Nos gustaría saber, y ojalá nos conteste el desconocido titular de ésta en Morelos, a nivel gobierno estatal, qué hacen, en qué utilizan su presupuesto, cuál es su función, bueno siquiera cómo se llama?), los sistemas municipales, estatal y federal del DIF. La tarea no es solamente policiaca, entra en terrenos del contacto directo en comunidades eternamente descuidadas, alejadas de los beneficios gubernamentales. Ahí, en gestación hay muchos “Ponchis”, a los que bien vale la pena examinar a fondo hasta dónde son victimarios o víctimas del sistema en que vivimos los mexicanos.
Aquí poco importa hincharse los labios al pronunciar el número de cárteles afectados, nombres de “grandes capos” capturados o asesinados en la guerra. No, el fondo—fondo es que no crezca el número de menores incorporados a lo que es la mayor agencia de empleo que tiene este país sin mayores requisitos: la delincuencia organizada. Sueñan con crecer como los que han muerto, huyen o han sido capturados y no llegan siquiera a vivir a plenitud su juventud. Son productos de desecho, un modelo reciclable, un problema social tan real como la inclemente violencia desatada tras la fallida guerra oficial contra el narcotráfico.
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